miércoles, 3 de marzo de 2010

Los dirigentes locales de la localidad de Bristol, que antaño perseguían al grafitero y eliminaban del mapa sus grafitis, ahora le consideran ....





BANKSY , UN VÁNDALO EN EL MUSEO
“Banksy versus Bristol Museum” es el título de la primera exposición que el grafitero más internacional, más polémico y más anónimo lleva a cabo en un museo británico. El título, de esencia encontrada, augura el conflicto: el artista callejero, vándalo y desafiante adapta y moldea sus obras para las salas y las paredes del Museo de Bristol. ¿Quién podrá con quién?
El arte callejero, del que Banksy se ha alzado como cabeza de cartel, tiene su naturaleza en su localización: el arte callejero lo es porque es en la calle. El transeúnte urbano puede echar un vistazo rápido o detenerse a contemplar detalladamente la obra de arte callejero y, es entonces cuando el activismo y la lucha, la denuncia subversiva y la invitación a la reflexión se hacen efectivos. Si el arte urbano se muestra en un museo se desprende de su condición; la subversión de que hace gala se difumina si se le encierra en un espacio académico, e institucionalizado. Y Banksy lo sabe. La instalación “The Village Pet Store and Charcoal Grill”, del mismo Banksy, fue una peculiar tienda de mascotas –algunas de ellas se pueden ver ahora en el Museo de Bristol– situada en la Séptima avenida de Nueva York. Como el mismo artista explicó, desde la calle y a través del escaparate los viandantes podían ver la representación, con lo que la exhibición se convertía, de forma inteligente, en una obra de street-art.

Banksy es un grafitero y artista urbano avezado: ha estarcido ilegalmente (como buen grafitero) sus creaciones en capitales de todo el mundo y ha protagonizado insurrectas e hilarantes intervenciones en famosos museos. Sus creaciones critican fulminantemente, por su genialidad, el consumismo, el sistema capitalista, la publicidad y el militarismo. Ridiculiza y aniquila iconos de los tiempos modernos, los mass media, el estamento político y sus emblemas; dinamita los valores políticamente correctos con ironía y humor sacando a la luz las maniobras de hipocresía que encierran. Sin embargo, el grafitero enmascarado –ese superhéroe de la guerrilla-art– tiene su “lado oscuro”: sus obras se venden en subastas por cantidades astronómicas, expone obras en la galería de su agente, ha trabajado para marcas comerciales y, últimamente, ha cerrado misteriosamente un museo para montar una exposición supersecreta. Banksy se ha metido de lleno en el cogollo del establishment; él mismo lo admite cuando, a propósito de la exposición, comenta: «Este es el primer espectáculo que monto en el que el dinero de los contribuyentes se utiliza para colgar mis obras en vez de para borrarlas». Los dirigentes locales de la localidad de Bristol, que antaño perseguían al grafitero y eliminaban del mapa sus estarcidos y grafitis, ahora le consideran su “héroe local”, lo encumbran y, lo explotan. Banksy se convertirá, si no lo es ya, en un producto más con el que comercializar. Aun con todo, si el grafitero inglés continúa diseminando sus obras por los más diversos rincones urbanitas, su ética, aunque parcialmente cuestionada, apuntalará el sentido del arte callejero: una obra de arte en medio de la calle de todos es un bello enigma que puede ser resuelto por TODOS.
visto en Maria Catalan Ruiz







1 comentario:

Anónimo dijo...

¡ Que maravilla!!!

Estos eventos deberían tener más repercusión en todos los medios ya que hay grafiteros y grafiteros, y sería un buen ejemplo mostrar las obras de arte que se pueden hacer con esta técnica.
Gracias Colin